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FERNANDO GONZÁLEZ Universidad Santo Tomás

   Fernando González Ochoa nace el 24 de abril de 1895 en Envigado, municipio del Departamento de Antioquia, a cinco años de la muerte de Nietzsche, el que tiene el alma más elevada según lo describió este pensador paisa. Sus obras más representativas fueron: Viaje a pie, El Remordimiento, Los Negroides, Mi Simón Bolívar y El Hermafrodita dormido. Se desempeñó como Cónsul en Bilbao en la década de los años 50s. Su casa campestre de Envigado, la cual es adornada con jardines y un balcón colonial se denominó La Huerta del Alemán, pero en 1959 recibió el nombre de Otraparte, que significaba el viaje diferente que hacía González con respecto a los intereses de la sociedad.
   Su obra está dirigida principalmente a liberar a los hombres y mujeres de los prejuicios morales que heredaron de Occidente, es decir, buscar su autoexpresión, concepto que desarrolla ampliamente en Los Negroides. Mientras su sentido del habla era particularmente atractivo ya que fluían sus ideas y combinaba palabras de forma ejemplar, el oído le fallaba, razón por la cual debía colocar su mano detrás de la oreja para escuchar a los demás. Su vocación como intelectual radicó en su gusto por la filosofía y la literatura que lo ayudaba a pensar el hombre del futuro latinoamericano, aquel que tuviera la fuerza toda de Antioquia.
   Su personalidad y carácter representan a la época de los treinta en Colombia, cuando la creatividad intelectual tenía su auge. En efecto, era un pensador que se caracterizaba por buscar algo… aunque sin saber bien qué ni propiamente dónde encontrarlo. En realidad, esa cualidad de querer seguir buscando era lo más notable de la rentabilidad de sus emociones filosóficas. De ahí, que, Javier Henao Hidrón, interpretara con acierto la comprensión que la filosofía para él, es camino y amistad y no casarse con la verdad, por ello, aunque fue creyente le resultó imposible vislumbrar la opción de vivir en la verdad; por el contrario entendió que la relación con Jesucristo era una interminable búsqueda (Henao, 2000, 46).
   Estudió en el Colegio La Presentación de Envigado, donde se hizo notar por su espíritu rebelde, su personalidad y el cariño inmenso por el conocimiento que daban los libros. Sus maestros lo consideraban como alguien apartado, crítico de las lecciones que recibía, y sumamente inquieto. Así mismo, era grosero con los directores, lo cual lo condujo a ser expulsado. Luego fue matriculado en el Colegio de San Ignacio de Loyola, donde adquirió elementos significativos en lo que será su filosofar posterior. Pero nuevamente su constante curiosidad por vivir una vida sin mentiras, hizo que tuviera que salir de este colegio, pues su apasionada convicción por las ideas de Nietzsche, Spinoza y Schopenhauer lo llevó a negar ciertos principios que sus profesores no pudieron tolerarle.
   Un pensador debe tener todas las libertades. Eran palabras que escribía para alejarse de las creencias religiosas, de los dogmatismos y de las riquezas. Muchas de sus reflexiones fueron anotadas en libretas, las cuales redactaba como producto de sus experiencias y sentimientos. Del mismo modo, sus libros poseen un acento de solitario y de poesía: Insinúan significados de espiritualidad, de lucha interior y de inspiración. Sus teorías surgen precisamente de estos acentos y reciben su nombre como La Personalidad del Suramericano. Inclusive, en su obra Una tesis, describe que la falta de rigor al seguir una ley de las convicciones, declarada propia para Colombia, ha generado la consecuencia de un pueblo ignorante y pobre.
   Fernando González se graduó como abogado, desempeñándose como cónsul, magistrado y juez. Sin embargo, el deseo de ganar pleitos no lo llenaba, su verdadera vocación era ser filósofo. Aun así, estuvo vinculado en Manizales y Medellín como magistrado y además fue Juez Segundo Civil del Circuito y Juez de Rentas. Por ese entonces, logró hacer dos actos que marcarían su vida tanto intelectual como afectiva. Hacia los años 20, escribió su libro Viaje a pie, que lo acompañó como guía para sus decisiones judiciales. Así mismo, contrajo matrimonio con Margarita Restrepo Gaviria (Su Amada), hija del ex-presidente Carlos E. Restrepo, con quien tiempo después compartirían un lazo de amistad fuerte y laboral.
   Son varias las manifestaciones de sus teorías, por ejemplo, el concepto de vanidad que contrapone con la originalidad o autoexpresión, para hacer referencia a la vergüenza de los suramericanos (incluidos los del Centro de América), que sienten por los indios y negros que los constituyen. González es un crítico de la ilusión occidental que pone en los hombres el deseo de colonialidad. La filosofía de la personalidad consiste precisamente en dejar de vivir lo ajeno, y con orgullo, deshacerse de la vanidad para así manifestar y apreciar la propia individualidad. Soy el predicador de la personalidad, es una de sus frases madres con las que provoca la cultura propia hasta el punto de conducirla por senderos estéticos, autónomos, y de libertad espiritual.
   Hacia 1955 González fue nominado al premio Nobel de Literatura, que 17 años más tarde recibiría Gabriel García Márquez para los colombianos. Por otro lado, luego de años dedicados a los asuntos públicos, al arte y a la filosofía en especial, en 1964, dentro de su Casa Otraparte, producto de un infarto, fallece Fernando González. El diez y seis de febrero pronto a cumplir 69 años, –momento justo en que Sartre, a quien fue dedicado el primer tomo de su Tragicomedia, rechaza Nobel– se retira del panorama de la vivencia el filósofo de la autenticidad. Así, dejando difunta tanto a su amada Margarita como huérfano a su apreciado Envigado, parte González de esta vida. Su legado fue tan significativo que Otraparte se convirtió en 1987 en Casa Museo para quienes siguen los pasos de este gran pensador.
Carlos A. Moreno Melo
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 Henao, J. (2000). Fernando González. Filósofo de la autenticidad. Medellín, Colombia: Marían Vieco Ltda.

González, F. (1985). Viaje a pie. Bogotá, Colombia: Oveja negra.

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